El “boom” de Nuevos Apóstoles: Una Respuesta Respetuosa (Parte 3)

El apostolado bíblico se distingue de los demás ministerios en que posee algunas características particularmente esenciales que son propias de su rango e investidura. Al no compartir estas características con la totalidad de los demás ministerios, el apostolado pone de relieve su naturaleza temporal e histórica al mismo tiempo que desestima la idea de una continuidad indefinida de «apóstoles» que francamente no tiene cómo ni cuando acabar. Por tanto, el apostolado bíblico es:

(1)                      Fundacional: es decir los apóstoles pusieron el fundamento de la Iglesia. Este fundamento se deriva principalmente del acontecimiento redentor de haber visto a Cristo y ser los testigos principales de su vida, su muerte y su resurrección (1Cor. 15:1-11) así los apóstoles son los garantes de la fe bíblica para su tiempo y para la posteridad. El uso metafórico de la casa o edificio espiritual es común en Pablo, pues comunica a sus destinatarios gentiles que siendo pueblo de Dios ahora están edificados sobre «el fundamento de apóstoles y profetas» (Ef. 2:20). Dicho fundamento tiene su base en la persona misma del Señor Jesucristo quien es llamado «Piedra Angular» (1Pd. 2:7) y todos los creyentes son «piedras vivas» que son edificados como «casa espiritual» (1Pd. 2:5). Esta es la figura de la totalidad del pueblo de Dios, la iglesia, también llamada «casa de Dios» en 1Tim 3.15. En el Nuevo Testamento está firmemente atestiguado que esta casa o edificio reposa sobre el fundamento de los apóstoles de los apóstoles. En ellos existe la conciencia de ser los que  echaron las bases para el génesis de la iglesia. Pablo lo expresa enfáticamente en 1Cor. 3:6, al decir: «Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo da Dios» (Biblia Textual). Claramente Pablo hace la distinción entre las funciones de quienes son colaboradores de Dios (1Cor. 3:9) y como apóstol plantó la semilla del Evangelio para que naciera la labranza de Dios. Apolos regó ésta labranza pero es Dios quien da el crecimiento. Luego con mayor claridad el apóstol dice en 1Cor. 3:10, 11: «Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, como perito arquitecto puse un fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno vea cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesús el Mesías» (Biblia Textual). Siendo el ministerio apostólico un oficio de carácter fundacional, Pablo señala que a diferencia de los otros ministerios, los apóstoles ponen el fundamento y otros edifican, nótese la expresión del v. 11 «Porque nadie puede poner otro fundamento…», se sobreentiende que nadie, excepto los apóstoles por cuanto son los únicos autorizados por Cristo para cumplir dicha tarea.

La segunda implicación de dicho pasajes es que no puede haber más de un fundamento que aquel que ha sido puesto, esto quiere decir que al igual que los doce apóstoles quienes pusieron el fundamento antes que él, Pablo creía que su apostolado  está al mismo nivel de ellos al echar el fundamento para la edificación de la iglesia corintia. De esta manera pone de manifiesto que el ministerio apostólico cuya revelación directa de Jesucristo ha significado «poner el fundamento», ha engendrado a la Iglesia (cf. 1Cor. 4:14, 15; 2Cor. 6:13; Gál 4:19; 1Tes. 2:11) y ejerce total autoridad sobre ella, reclamando para sí obediencia (cf. Rom. 1:5; Filp. 2:12). Ningún otro ministerio, puede arrogarse semejante privilegio, como los apóstoles quienes ejercen un ministerio universal en el Evangelio, por que su autoridad no se limita a una sola iglesia, como en el caso de los apóstoles modernos, que ejercen autoridad en sus propias congregaciones, sino más bien que los apóstoles del Nuevo Testamento ejercen autoridad universal sobre todas las iglesias existentes. Desde esta perspectiva resulta, resulta inconcebible que entendamos el ministerio apostólico como algo renovable indefinidamente puesto que en toda construcción, el fundamento se echa una sola vez y para siempre, una vez echado el fundamento, todos edificamos la casa espiritual sobre dicho fundamento. Llamarse «apóstol» actualmente en el sentido que venimos analizando, significa que el fundamento apostólico no ha sido terminado del todo.

(2)                           Irrepetible: Por deducción lógica del argumento anterior, se infiere que el ministerio apostólico, al ser fundacional no necesita tener una continuidad permanente para que

Ministerio quintuple

Ministerio quintuple

haya edificación en la iglesia. Por eso nos corresponde a los creyentes darle continuidad, no al ministerio (ad hominem) sino al mensaje apostólico que fue directamente por Jesús a sus apóstoles. De esta manera podemos garantizar fehacientemente que el mensaje que predicamos es el testimonio apostólico (Jud. 17). Ser fieles a este mensaje es predicar la salvación inaugurada por Cristo en la cruz del calvario y contribuir a la mutua edificación de todos los santos. Por tanto no necesitamos repetir el ministerio ad infinitum para que la edificación de la iglesia sea eficaz, no obstante el mensaje apostólico sigue en acción. Más adelante examinaremos el conocido pasaje de Efesios 4:11 para corroborar nuestras afirmaciones.

(3)                                Intransferible: Acabamos de decir que el ministerio apostólico es irrepetible, aunque el mensaje sigue vigente. Pero cuando decimos que es intransferible, significa que los apóstoles originales no dejaron sucesores inmediatos que  gozaran de la misma de la misma investidura y posición en la iglesia. El ministerio apostólico no se puede transferir debido a que los apóstoles originales fueron los únicos que recibieron directamente de Jesucristo la revelación tanto de su persona como de su obra. A todo este proceso de recepción y transmisión de dicha revelación se llama tradición (παραδοσις paradosis). Los apóstoles no solo recibieron y transmitieron la revelación, también la preservaron y la interpretaron. El conjunto de estos eventos dio cuerpo al «kerygma» que es la predicación o mensaje de los apóstoles (cf. 1Cor. 11:2; 2Tes. 2:15). De esta manera los apóstoles se aseguraron de garantizar a la iglesia la pureza del contenido de su mensaje mientras ellos vivían. D. Müller especialista en Nuevo Testamento dice al respecto:

              «En ninguna parte delata el NT una comprensión del apostolado como un oficio eclesiástico institucionalizado y por tanto transmitible…la aceptación y transmisión del concepto de apostolado por la comunidad primitiva ha contribuido esencialmente, si no decisivamente, hasta que se concluyó la formación del canon a impedir el desmoronamiento del testimonio de Cristo y a garantizar la continuidad de su tradición…» [D. Müller, “Apóstol” en: Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Vol. III, 3era edi. (Lothar Coenen; Erich Beyreuther; Hans Bietenhard, Salamanca: Sígueme, 1993) p. 146].

                 Esta característica confirma el hecho que nadie puede ser “ordenado” como “apóstol” por otro apóstol, por que no hay evidencias en el Nuevo Testamento que demuestren que esto sea posible. Solamente la teología católica romana cree que el actual papa es el sucesor de Pedro, considerado como el primer papa. Esta posición errónea no puede tener eco en la iglesia evangélica bajo ninguna circunstancia.

Una Respuesta a los Defensores del Ministerio Quíntuple

Muchos creyentes sinceros entienden el conocido pasaje de Efesios 4:11 como un indicativo sine qua non para interpretar la presencia de apóstoles en la Iglesia actual. Se adhieren a la idea de enumerar los ministerios para conformar los cinco que permanentemente la iglesia necesitaría para su edificación. De manera que al empalmar Efesios 4:11 con el v. 12 que habla sobre el perfeccionamiento y edificación de los santos, automáticamente les asalta la idea que no puede dejar de haber apóstoles en la iglesia para que el equipamiento no pierda su vigor.  Tomando en cuenta las características intrínsecas del ministerio apostólico  que hemos estudiado en la sección anterior, nuestra exégesis es como sigue:

(1) En el contexto del pasaje, Pablo no tiene la intención de enumerar o hacer un listado de los ministerios como si se trata de un número cerrado y específico de cinco. La idea básica que domina el hilo de su pensamiento tiene que ver con la unidad y diversidad dentro del pueblo de Dios. La unidad involucra los aspectos esenciales que identifican a los creyentes unos con otros y la diversidad atañe a las distintas funciones de los integrantes que trabajan para un mismo fin. De modo que quien hace todo eso posible es Dios el Padre quien «…está sobre todos, y a través de todos y en todos» (4:6, Biblia Textual).

(2) Siendo Dios el que hace posible esta dinámica espiritual en su pueblo por medio de Cristo, Pablo para reforzar su argumento cita el Salmo 68:18 atribuyendo al Hijo de Dios la hazaña superlativa de haber lit. «…cautivado la cautividad» y ahora como Dispensador de los dones «ha subido por encima de todos los cielos para llenarlo todo» (4.10) de manera que el énfasis no está en lo que se ha dado sino en Aquel que lo ha dado.

(3) Nótese que en esta sección de Efesios 4 a lo mencionado en el v. 11 Pablo no le llama “ministerios” sino “dones” gr. dómata (4:8). Según el texto la expresión «ministerio» (gr. diakonía) en 4:12 es el resultado del equipamiento como fruto de los dones, no los dones mismos.

(4) En el Nuevo Testamento se emplean dos vocablos para referirse a los «dones», el más común es gr. χαρισματα (jarismata) que aparece en Rom. 12.6; 1Cor. 1:7; 12:4; 1Tim 4:14) y el otro vocablo, aparece en Ef. 4:8 es gr. δόματα (dómata) que tiene el mismo sentido de dádiva o regalo. Respecto a la significación y uso de estos vocablos, apunta el Dr. Ridderbos: «…ninguna de estas palabras tiene límites definidos y con mucha frecuencia se emplean en un sentido amplio…lo que más sorprende es que estas palabras no tengan una connotación sacra». [Herman Ridderbos, El Pensamiento del Apóstol Pablo. (Grand Rapid, Michigan: Libros desafío, 2000) p. 572]. Por eso resulta poco probable que en la mente de Pablo, los dones en este pasaje sean solamente cinco, conociendo la importancia de la gran diversidad de manifestaciones y operaciones (cf. Rom. 12:6-8; 1Cor. 12:1-11) dentro de la iglesia local.

(5) En el v. 12 dice: «…a fin de adiestrar a los santos…» (Biblia Textual) ¿Quién adiestra a los santos? Es Dios usando sus dones para edificación del Cuerpo de Cristo, cuya meta principal es v. 13«…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe» (énfasis añadido) Nótese que Pablo no dice: “hasta que todos lleguen” sino que él mismo también se incluye dentro de esa meta. Esto significa que propósito primario de los llamados “cinco ministerios” no es la permanencia de los apóstoles sino la edificación de la Iglesia.

(6) Una palabra que puede causar cierta confusión es la que vierte la versión Reina-Valera60 en 4:11 «Y él mismo constituyó…». Pero en el gr. la expresión sencillamente es édoken = dio. La palabra constituir puede denotar distintas cosas. P. ej., puede significar ser parte de un todo, según la oración: «Juan se constituyó parte de grupo», también puede significar crear o fundar algo, según la expresión: «hemos constituido un nuevo partido político». También puede significar asignar a alguien una  nueva función como cuando alguien dice: «la compañía ha constituido un nuevo asesor financiero». Por esta razón es probable que el verbo constituir pueda darle un sentido de establecimiento inamovible a la condición de los llamados «cinco ministerios», pero este no es el uso paulino en el texto.

(7) El verbo gr. édoken = dio, está en tiempo aoristo, modo indicativo, lo cual denota una acción pasada con referencia al tiempo del hablante. Este tiempo verbal indica una acción pasada, no tiene la idea de una continuidad.

(8) Otro detalle que debería hacernos considerar la idea de “cinco ministerios” es la expresión final del pasaje de Efesios 4:11 «…otros pastores y maestros» no dice: “…otros pastores y otros maestros”. Si Pablo hubiese querido diferenciar los pastores de los maestros habría usado entre ambos términos la expresión gr. toús dé = otros; sin embargo Pablo usa la conjunción copulativa gr. kaí = y; que conecta ambos sustantivos. De manera que para el apóstol los pastores y los maestros son las mismas personas.