Hay una corriente continua de evidencia documental de los escritos del Nuevo Testamento que se remonta al segundo siglo d.C (en un rango menor a un siglo desde su redacción original) y hasta el tercer siglo a.C para porciones significativas del Antiguo Testamento (especialmente en los Rollos del Mar Muerto). Existe un consenso académico de que la mayoría, por no decir todos, los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en el primer siglo d.C. No hay acuerdo sobre las fechas de la mayoría de los libros del Antiguo Testamento, pero los eruditos los datan al menos cientos de años antes del nacimiento de Cristo.
Las principales ubicaciones físicas de la Biblia siempre han sido de conocimiento público; aun los escépticos más fuertes deben admitir que mucho de la Biblia está fundamentado en historia real. Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma, fueron todas potencias políticas y militares en tiempos bíblicos. Nabucodonosor, Ciro, Cesar Augusto, Tiberio, Herodes el Grande y Poncio Pilato, todos eran los hombres que la Biblia dice que son. Ningún historiador serio cuestiona la existencia de Isaías, Jeremías, Esdras o de Juan el Bautista, Jesús y Pablo. Los no-cristianos pueden disputar los relatos milagros de la Biblia, pero solo asumiendo que el Dios descrito en la Biblia no existe.
El Libro de Mormón, pretende ser una antigua colección de escritos redactados por profetas de Las Américas descendientes de judíos que se establecieron allí a principios del siglo VI a.C. Pero el hecho es que el Libro de Mormón no encaja con ningún lugar antiguo en Las Américas: su descripción de las tierras en el Nuevo Mundo donde supuestamente hacían vida estos pueblos, no concuerda con ninguna evidencia geográfica del área, y su relato sobre la historia y cultura de estas sociedades tampoco se ajusta con la evidencia arqueológica. Estudios científicos sobre el ADN histórico de los pueblos nativos americanos han mostrado que las antiguas Américas no fueron pobladas por personas del Medio Oriente o descendientes de israelitas, forzando a los mormones a abandonar la enseñanza explícita de Joseph Smith que los Indígenas Americanos eran Lamanitas (descendientes de los israelitas descritos en el Libro de Mormón).
En lugar de esto, el Libro de Mormón es claramente una obra moderna de ficción, que refleja el contexto cultural y religioso de Joseph en el siglo XIX. Contrariamente a lo que la iglesia SUD afirma, la Biblia no profetizó acerca del Libro de Mormón. Si bien es cierto que el libro de de Mormón cita fuertemente la Biblia (incluyendo partes de la Biblia que el supuesto antiguo escritor del Libro de Mormón nunca había visto), también contradice la Biblia y socava su confiabilidad y suficiencia.
Este artículo corresponde a la serie Por qué el cristianismo es verdadero pero el mormonismo no – Parte 2 escrito por Robert M. Bowman Jr. y traducido del inglés por Eduardo Joudzbalis.
Consulta la publicación original a través de http://mit.irr.org/es/Biblia-Antigua-Libro-Mormon-Moderno
Robert Bowman
Soy un erudito bíblico y apologista cristiano evangélico (¡los dos no se excluyen mutuamente!), Casado y con cuatro hijos. Puedes encontrarme a mí y a mi trabajo en varios otros sitios web, incluidos IRR.org, Facebook y más.