El “boom” de Nuevos Apóstoles: Una Respuesta Respetuosa (Parte Final)

Una Reflexión Histórica

Cuando estudiamos la historia del Cristianismo, observamos el desarrollo de los acontecimientos que dieron lugar a toda una evolución de ideas y pensamientos teológicos que al ser sistematizados por la Iglesia se convirtieron en «dogmas». Todo este proceso no puede ocurrir si la iglesia actúa divorciada de la revelación apostólica, sino dependiendo de ella en todo momento, como apunta el historiador alemán A. Franzen: «Toda la revelación de misterio divino, se encuentra contenida y realizada en la tradición apostólica. El criterio para establecer la autenticidad de una doctrina de fe ha sido y sigue siendo el hecho de que su presencia se pueda demostrar ya en la traditio apostolica. Ésta se ha depositado en la doctrina, el culto y la vida de la iglesia primitiva y en las Escrituras canónicas e inspiradas del Nuevo Testamento, las cuales se remontan a ese tiempo apostólico.» [August Franzen,Historia de la Iglesia. (Santander: Sal Terrae, 2009) p. 23].

            Por tanto, nuestra mirada a la historia debe ser apostólica en el sentido que la Iglesia actual deriva su pensamiento teológico de los escritos apostólicos contenidos en el Nuevo Testamento. Pero cuando ignoramos la historia o la pasamos por alto ―siempre se ha dicho― estamos condenados a repetirla. Esto está ocurriendo con este nuevo mover apostólico, el cual enfatiza principalmente la necesidad de tener los «cinco ministerios» como forma de gobierno para que la iglesia ejercite con eficacia su autoridad espiritual, como si ésta, dependiera de los ministerios y no de Jesucristo.

Pensemos por un instante en los más de dos mil años de historia de la Iglesia, desde la muerte del último de los apóstoles Juan (aprox. 100 d. C.) en adelante no tenemos más registro de otros apóstoles en el tiempo restante de dos milenios, esta forma de “vacío” o escasez de apóstoles es como si Dios hubiese dejado a su iglesia sin autoridad apostólica durante casi dos mil años hasta que por fin restauró el “ministerio apostólico” durante la década de los 80s hasta la actualidad. Es decir, la Iglesia de Cristo ¿estuvo sin autoridad apostólica durante casi dos mil años y ahora por fin ha recuperado su autoridad? Sepamos que nunca tal cosa ha ocurrido ni ocurrirá jamás puesto que la autoridad de la Iglesia no depende de los hombres sino de Jesucristo.

Los evangélicos no podemos perpetuar el error de la iglesia Católica Romana, la cual enseña que todos los obispos son sucesores de los apóstoles originales y el papa es el sucesor directo de Pedro. La posición evangélica es que «la verdadera sucesión apostólica ―afirma Hans Küng, teólogo católico disidente― no es la sucesión de obispos sino la sucesión del mensaje apostólico» [Véase “SUCESIÓN APOSTÓLICA” en: Francisco Lacueva & Alfonso Ropero, o. c., p. 588].

            Es el mensaje apostólico el que cobra vida en el kerygma. Dios revela su justicia en el Evangelio cuyo poder se mantiene a través del tiempo, no fueron los apóstoles quienes le conferían poder al Evangelio, es Dios el que le da su verdadero poder. Mientras sigamos predicando este Evangelio con fidelidad la acción de Dios seguirá siendo la misma. Ahora somos nosotros quienes podemos formar parte de este devenir histórico por que nos integramos como Iglesia al desarrollo de la historia, como lo expresa el prof. Carlos R. Sosa: «Nuestra iglesia local y nuestra vida cristiana forman parte de la historia…Con todo, debemos tener la noción de que formamos parte de la historia y tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacer historia.» [Carlos R. Sosa Siliézar, Historia de la iglesia I (Módulo 1) (Guatemala: Seminario Teológico Centroamericano, 2006) p. 4] Así aprenderemos a mirar la historia no solamente como el desarrollo de acontecimientos pasados sino como la ventana que nos ayuda a mirar el futuro.

 

Conclusiones Finales

Hemos visto que bíblicamente la idea de apóstoles permanentes no tiene sustento ni en la exégesis ni en la historia. Personalmente opino que si los apóstoles modernos no reúnen los requisitos de los apóstoles históricos, sencillamente no son apóstoles, por que los parámetros bíblicos para identificarlos son inalterables. Quizá muchos hermanos piadosos que hayan leído estas líneas sientan desconcierto por mi posición, pero insisto, nuestro propósito es reflexivo, ilustrativo y didáctico, con mucho espíritu apologético pero nunca ofensivo o zahiriente. Procuramos que los hermanos investiguen y saquen sus propias conclusiones al respecto, por mi parte las reflexiones finales son:

(1) Toda Iglesia bíblica y fiel al mensaje de los apóstoles es “apostólica y profética” en el sentido que está fundada en el testimonio de los apóstoles y profetas (Ef. 2:20).

(2) Ser  apóstol o no serlo no nos hará ni más espirituales ni más aceptos delante de Dios, por tanto procuremos primero, ser discípulos.

(3) El apostolado moderno y la teología de la prosperidad siempre han caminado de la mano, ambos llevan un aparejo de doctrinas cuestionables que no se conforman a la doctrina del Nuevo Testamento.

(4) Debemos aprender a discernir la verdad del error y ejercitarnos para la piedad.