

En los debates sobre la existencia de Dios, el argumento moral es una herramienta poderosa para muchos creyentes. Sin embargo, quienes lo utilizan a menudo se enfrentan a una objeción clásica y persistente: el dilema de Eutifrón. Como apologista con experiencia en la defensa de una moralidad fundamentada en Dios, he visto este contraargumento presentarse una y otra vez. Pero, ¿quién fue Eutifrón y por qué su dilema sigue siendo tan relevante en las discusiones filosóficas y teológicas actuales?
¿Quién fue Eutifrón y de qué trata su diálogo?
Eutifrón es un personaje del diálogo platónico «Eutifrón o sobre la piedad». En esta obra, Sócrates, a punto de enfrentar su propio juicio, se encuentra con Eutifrón, quien planea acusar a su propio padre de asesinato. Sorprendido, Sócrates le pregunta si su acción es «piadosa» o «santa». Esta simple pregunta desencadena una profunda discusión filosófica que da origen al famoso dilema.
El Dilema de Eutifrón: La Pregunta Clave
El núcleo del diálogo se resume en la pregunta de Sócrates:
¿Algo es santo porque los dioses lo aman, o los dioses lo aman porque es santo?
Analicemos las dos caras de este dilema:
- Si algo es santo porque los dioses lo aman: Esto implicaría que la santidad (o la moralidad) es arbitraria. Cualquier cosa podría convertirse en santa si los dioses así lo decidieran. No habría una bondad intrínseca en las cosas.
- Si los dioses aman algo porque es santo: Esto sugiere que la santidad es una cualidad independiente de los dioses. Existiría un estándar de bien superior a ellos, al cual ellos mismos deben adherirse.
En el diálogo, se establece que ambas opciones no pueden ser ciertas simultáneamente, presentando un verdadero desafío.
¿Por qué el Dilema de Eutifrón es un Problema para el Teísmo?
Este antiguo dilema se ha adaptado para cuestionar directamente la moralidad basada en el monoteísmo. La pregunta se reformula de la siguiente manera:
¿Algo es bueno porque Dios lo ordena, o Dios lo ordena porque es bueno?
Este es el punto que busca desafiar la idea de que Dios es el fundamento de la moral. Veamos las implicaciones para un creyente:
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Opción 1: «Algo es bueno porque Dios lo ordena». Esta postura, conocida como Teoría del Mandato Divino, parece hacer de la moralidad algo arbitrario. Si la bondad depende únicamente de la voluntad de Dios, ¿podría Dios haber ordenado que el odio fuera bueno? Esto contradice nuestra profunda intuición moral de que ciertas acciones son inherentemente malas. Además, si la moral es arbitraria, se debilita el argumento moral para la existencia de Dios, que a menudo se basa en la existencia de valores morales objetivos.
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Opción 2: «Dios lo ordena porque es bueno». Esta opción parece socavar la soberanía y la aseidad (autoexistencia) de Dios. Si existe un estándar de «bien» independiente y externo a Dios, entonces Dios no es la fuente última de la moralidad. En cambio, sería un simple intermediario que reconoce una verdad moral que existe por encima de Él. Esto entra en conflicto con la concepción clásica de Dios como el ser supremo y creador de todo.
A primera vista, el dilema parece acorralar al teísta, forzándolo a elegir entre una moralidad arbitraria o un Dios que no es la fuente última del bien.
La Solución: Un Falso Dilema
Aunque parece un golpe devastador, el dilema de Eutifrón no es el jaque mate que aparenta ser. La solución radica en identificarlo como lo que es: un falso dilema. Se nos presentan dos opciones como si fueran las únicas posibles, cuando en realidad existe una tercera alternativa que resuelve el problema de manera satisfactoria.
La Tercera Vía: La Naturaleza de Dios como Fundamento de la Moral
La respuesta teísta clásica no elige ninguna de las dos opciones, sino que propone una síntesis superadora:
Lo bueno es un reflejo de la naturaleza misma de Dios.
En otras palabras, la moral no es:
- Arbitraria: No depende de un capricho divino, sino que está anclada en el carácter inmutable y perfectamente bueno de Dios.
- Externa a Dios: El estándar del bien no está fuera de Dios; es Su propia naturaleza. Dios no se conforma a un estándar moral externo, ni lo inventa. Él es el estándar.
Por lo tanto, Dios manda lo que es bueno porque Él mismo es la bondad. Sus mandatos fluyen necesariamente de su carácter. Esta tercera opción resuelve el dilema al mostrar que la moralidad no es ni arbitraria ni independiente de Dios, sino que está fundamentada en su ser esencial.
¿Qué Pasa con las Versiones Modernas del Dilema?
Algunos filósofos, como Jeremy Koons, han intentado reformular el dilema para atacar esta tercera vía, preguntando: «¿Son propiedades como la bondad buenas porque Dios las posee, o Dios las posee porque son buenas?».
Sin embargo, esta reformulación no logra escapar de la misma solución. La respuesta sigue siendo que la bondad de esas propiedades se deriva de que son un reflejo de la naturaleza de Dios. La bondad no es algo que se «añade» a Dios; es intrínseca a quién es Él.
Conclusión: El Dilema de Eutifrón No Es una Amenaza
Lejos de ser un argumento insuperable, el dilema de Eutifrón sirve para profundizar en la comprensión de la relación entre Dios y la moral. Al presentarnos un falso dilema, nos obliga a articular con mayor precisión cómo Dios puede ser, de manera coherente y necesaria, el fundamento de una moralidad objetiva. La respuesta de que lo bueno se define por la naturaleza misma de Dios sigue siendo la refutación más sólida y consistente, demostrando que el teísmo clásico ofrece un marco robusto para entender el bien.

Carlos Rodriguez
Evangélico pentecostal y esposo afortunado de mi amada Carolina. Soy predicador, maestro, bloguero, apologista y conferencista. Estudio ing. Eléctrica y me fascina la química. Poseo un grado asociado en Teología y estoy certificado en filosofía; filosofía y ciencias; filosofía, ciencia y religión; pensamiento crítico; pensamiento científico y poseo una especialización en liderazgo.
2 comentarios. Dejar nuevo
Hermano Carlos, honestamente le digo que es de gran ayuda y bendición. Tengo 60 años y nuestro Señor sigue poniendo hambre en mí de aprender más de Él; así mismo para defender lo que creo. Dios lo llene de sabiduría de lo Alto para que continúe ilustrandonos. Bendiciones para usted y su familia. Hna. Beatriz.
Amén! Dios le bendiga más a usted! Wao, que bueno ha sido escuchar sus palabras que manifiestan el deseo de seguir aprendiendo. Siga así y no se detenga, pues poderoso es Dios para seguir ayudandonos a aprender cada día más.