

En un mundo donde el ateísmo y el agnosticismo ganan terreno, surge una pregunta esencial que resuena en la búsqueda de sentido: ¿Quién es Dios? Lejos de ser una cuestión pasada de moda, entender la posible existencia de un Creador es clave para comprender nuestro lugar en el universo. Este artículo explora una respuesta lógica, basada en la evidencia que nos rodea.
Todo lo que observamos en la naturaleza, desde las galaxias hasta las partículas más pequeñas, opera bajo ciertas leyes, orden y un diseño evidente. Esta complejidad es uno de los argumentos más sólidos para la existencia de Dios.
Pensemos en el ojo humano. Es un sistema biológico y mecánico de una complejidad asombrosa. Si uno solo de sus componentes (la córnea, el cristalino, la retina) no estuviera en su proporción y conexión exacta, la vista sería imposible. Jamás se nos ocurriría afirmar que el lente zoom de una cámara profesional es producto del azar. ¿Por qué, entonces, atribuir a la casualidad algo infinitamente más sofisticado como el ojo humano?
Esta lógica la aplicamos constantemente en nuestra vida diaria. Al ver un rascacielos, un coche o incluso un simple sobre de papel, la conclusión inmediata es que alguien lo diseñó. Nuestra razón nos indica que atribuir su existencia al azar sería ilógico. Llamamos a esto reconocer el diseño inteligente: si algo tiene diseño, debe tener un diseñador.
Entre más compleja y magnífica es la creación que observamos, más poder, creatividad y honor atribuimos a la mente que la concibió.
¿Por Qué Negar lo Evidente? La Raíz de la Incredulidad
A pesar de esta lógica, cuando observamos los sistemas más intrincados del universo —nuestro sistema solar con sus fuerzas perfectamente equilibradas o el ser humano con su complejidad biológica, emocional y espiritual— muchas personas insisten en que todo es producto del tiempo, el azar y procesos aleatorios.
¿Qué interrumpe el proceso lógico de estas personas para negar lo que parece ser la respuesta más evidente: existe un diseñador?
La respuesta podría estar en las implicaciones de aceptar esa verdad. Si honramos a quienes diseñan vacunas o teorías económicas, ¿cuánto más honor y homenaje le deberíamos al Creador de nosotros mismos y del universo entero? La respuesta lógica sería un honor y una sumisión totales, reconociendo que nuestra existencia depende de Él.
La Rebelión o la Negación: Dos Caminos ante la Evidencia
Como seres humanos, a menudo nos resistimos a la idea de someternos a una autoridad superior. Esto nos deja solo dos opciones:
- Rebelarnos abiertamente: Aceptar que puede existir, pero negarle el honor y el reconocimiento que merece.
- Negar su existencia: Es una ruta que parece más sencilla, pero que crea un problema lógico insuperable.
Si negamos al Diseñador, las cosas obviamente diseñadas (como la vida y el universo) siguen existiendo y demandan una explicación. La única alternativa es que fueron creadas por la nada, que existen por accidente. Esta explicación postula que las fuerzas y procesos aleatorios crearon todo, pero nos deja con una nueva pregunta: ¿de dónde vinieron esas «fuerzas» y «procesos»?
Entonces, ¿Quién es Dios? Una Definición Concluyente
Esto nos trae de vuelta a la pregunta inicial. Basados en la evidencia del diseño, la lógica y el orden, podemos definir a Dios de la siguiente manera:
Dios es ese Ser Supremo, personal, inteligente, creativo y todopoderoso que concibió, diseñó y creó todo lo bueno, magnífico, asombroso y bello que experimentamos en la vida. Él no solo lo creó, sino que lo mantiene en existencia.
Esta perspectiva, basada en la razón y la observación, nos invita a mirar el mundo de una manera diferente. La pregunta final no es solo si existe un diseñador, sino cómo respondemos personalmente a la abrumadora realidad de su existencia.

Joel Groat
Joel es el Director Ejecutivo de Roosevelt Park Ministries en Grand Rapids, MIchigan. Previamente era Director Ejecutivo del Institute for Religious Research (Instituto para investigaciones religiosas) donde trabajó por más de 25 años. Es hijo de misioneros cristianos, viviendo por mucho de su juventud en Venezuela, SA. El ha presentado conferencias en más de 20 países alrededor del mundo y ha enseñado a nivel universitario sobre religiones y sectas, discernimiento y evangelismo. Tiene 39 años de casado y 8 hijos y 13 nietos. Su pasión es ayudar a las personas acercarse más a Cristo para que crezcan en discernimiento, autenticidad, integridad, y compasión para su prójimo, lo cual resultará en la transformación de sus vidas y relaciones más importantes.